EL CORREO / 23 mayo 2019
Nadie espera encontrar un reducto dedicado al arte como el que Dorien Jongsma ha puesto en marcha en La Aldea del Portillo de Busto, en pleno corazón de los montes Obarenes (Burgos). Su único residente permanente es Kevin Recuero, un joven toledano, tan entusiasta como ella, que respira inspiración. Acaban de inaugurar la exposición que celebra los 20 años de la asociación Imágenes y Palabras, fundada por Jongsma con su pareja, Jorge Baldessarri, y en torno a la que ha construido un proyecto vital: El Hacedor.
La holandesa Jongsma y el ya fallecido Baldessari, de origen argentino, recalaron hace años en esta pequeña aldea, casi abandonada y se quedaron a vivir y a rehabilitar lo que fue durante años fue su casa, el espacio expositivo que alberga una enorme sala de 150 metros cuadrados y los talleres donde los artistas pueden desarrollar su imaginación. Al proyecto se ha incorporado un albergue para acoger a los creadores y a cualquiera que quiera quedarse a compartir charla y una copa de vino.
Con motivo de su 20 aniversario, la asociación que ha puesto en marcha el proyecto inauguró el 4 de mayo una de sus exposiciones más ambiciosas, en la que participan 40 artistas nacionales e internacionales con obras de todo tipo, desde fotografía a escultura, pasando por imágenes en 3D o poesía. Todas las propuestas giran alrededor del ‘encuentro’. Entre las propuestas destacan las imágenes de Carma Casulá, en las que cuenta el relato de las semillas que ha fotografiado. La madrileña Saskia Moro Grabado presenta ‘El mundo del agua’, un trabajo de grabado sobre tela y también participan los poetas visuales David Fernández (Vigo) y Pablo del Braco (Burgos).
La exposición estará abierta hasta octubre de miércoles a domingo, entre las 18.00 y las 19.00 horas, o en cualquier momento, con cita previa. Uno de sus atractivos es el dédalo en el que Dorien y Kevin han convertido la sala, creando muros de materiales reciclados. «Es un laberinto y a la vez un punto de encuentro, que siempre tiene una salida», explicó Recuero. El proyecto tiene una vertiente internacional desde su creación, fruto del afán viajero y vinculado al mundo el voluntariado.
Dos décadas de Erasmus
La propia Dorien tuvo su primera experiencia de este tipo en Ghana, con solo 19 años. «Para mí es muy importante que vengan voluntarios, compartir con ellos que es posible vivir con menos y enriquecernos con las experiencias que intercambiamos aquí», asegura. En esta temporada, el francés Edouard Edy y la italiana Elisa Ghezzi se han incorporado al plantel de más de 130 voluntarios que a lo largo de estas dos décadas han pasado por El Hacedor gracias al programa Erasmus. Aprenden el idioma, comparten sus especialidades culinarias con los visitantes, colaboran en el montaje de las exposiciones y disfrutan de la experiencia.
La celebración del aniversario incluye numerosas actividades paralelas, desde fiestas a creaciones colectivas. Una de las mas interesantes será en julio y agosto, cuando se harán ladrillos de adobe en las localidades de alrededor de La Aldea. Con ellos, el 22 de agosto, un artista invitado creará una escultura que se quedará en la localidad. Además, entre el 28 de septiembre y el 19 de octubre, una docena de voluntarios internacionales contribuirán a la creación colectiva de tres piezas que se colocarán en una finca cercana a El Hacedor.
Conexión rural
La visita a La Aldea es una inmersión artística que atrapa al espectador antes de llegar gracias al sobrecogedor paisaje de este paso entre los montes Obarenes y las llanuras cerealistas de la Bureba. La Aldea se localiza en un cruce de carreteras entre Oña y Frías y está señalizada con una escultura de hierro y ladrillos al lado de la carretera. Alrededor del albergue, el espacio expositivo y la casa que integran el conjunto, se alzan obras al aire libre: una escalera para subir al cielo, esculturas y hasta un fresco. Muy cerca, una finca en la que descansan dos burros que Dorien y Kevin han convertido ya en parte de la familia, se localizan los ‘encantapájaros’ construidos a lo largo de estos años con la ayuda de los vecinos de los pueblos vecinos.
Pese a ser una de las zonas más despobladas de Burgos, El Hacedor se ha convertido en un referente para este mundo rural, que alza la voz frente a la despoblación y ofrece una alternativa cultural en este universo alejado de los entornos urbanos habituales. Su alma rural no les deja en cambio quedarse encerrados en el campo. Las exposiciones que han llevado a las ciudades se cuentan por decenas así como su participación en encuentros, actuaciones teatrales, conciertos, presentaciones de libros, ferias rurales y cursos.